martes, 18 de enero de 2011

DE LA DOMESTICACIÓN DEL SENTIR O DEL ARTE DE HACER SENTIR


“Estas fotografías no son un argumento, son, sencillamente, una cruda exposición de hechos dirigida a los ojos” Virginia Woolf
“[Nosotros] – y este [nosotros] es todo aquel que nunca ha vivido nada semejante a lo padecido por ellos- no entendemos. No nos cabe pensarlo. En verdad, no podemos imaginar cómo fue aquello. No podemos imaginar lo espantosa, lo aterradora que es la guerra; y cómo se convierte en normalidad” Susan Sontag



Violeta surge como una salida a la forma de narrar y representar el horror en Colombia. Un horror que se muestra como espectáculo traducido generación tras generación en una domesticación del sentir y de los valores éticos frente al dolor de los y las demás. Este escrito está inspirado en dos grandes literatas que han ampliado la reflexión sobre la guerra pero especialmente la han movilizado hacia otros enfoques vitales para mirarme y representarme en el lugar en el que me encuentro. La primera autora es Virginia Woolf, con su texto “Las Tres Guineas”; y la segunda es Susan Sontag, que sin prever la secuencia de su lectura y como si fuera una inesperada coincidencia en “Ante el dolor de los demás” inicia su relato con Virginia Woolf. Así trazaron un derrotero que sin proponérmelo nutren esta reflexión sobre el Cortometraje, “Violeta, narraciones paralelas de mujeres en el marco del conflicto colombiano” .

Los titulares de la guerra en Colombia durante los años 80, 90 y posteriores (y aún con motivo de la Violencia en mayúscula como es conocida la época de 1946 a 1950) pulularon y se multiplicaron por años en periódicos, noticieros y revistas, siendo parte del panorama de la realidad que día tras día recibían un número muy significativo de colombianas y colombianos. La exposición masiva a las “imágenes” audiovisuales, políticas, económicas y culturales de la guerra han generado un acostumbramiento con atrevimiento y con riesgo de equivocarme irremediablemente), cognitivo a la normalización de la violencia. Imágenes de masacres, asesinatos, magnicidios, y los collares bomba que estremecieron por la dramática representación de la realidad, poco a poco perdieron fuerza. La fuerza dramática de las imágenes y las fotografías que parecían mostrarnos lo que pasaba en Colombia no movilizaban la interpretación de los acontecimientos, sino que fueron apilándose en nuestra memoria como actos cotidianos.

Por otro lado, muchas imágenes fueron utilizadas para repudiar la guerra, otras para ganar amigos y enemigos (lo que acrecentaba la polarización), otras para informar sobre la descuartizamiento de cuerpos y de las fosas comunes, otras para informar de actos terroristas, y otras para representar la victoria de uno de los actores involucrados en el conflicto . Ante este panorama, Violeta viene a romper la narrativa de la cotidianidad de la guerra, puesto que realiza una ruptura al acostumbramiento. Dicha evidencia se constata cada vez que se realiza una proyección del cortometraje, comentarios reiterados como: “Violeta no muestra lo mismo”, “A mí me tocó bastante” “pareciera como si esta historia fuera un cuento pero es la pura realidad”, hacen que esta historia contenga un matiz distinto y desemboque en diferentes acciones. Igualmente, Violeta genera otras reacciones como lágrimas y reacciones que no fueron previstas por ejemplo, testimonios de mujeres que han sido abusadas sexualmente y rompen su silencio.


Violeta transforma la realidad a partir de símbolos que nos llevan a la infancia, al cuento, para mostrarnos sutilmente una realidad dura y cruel como la que viven miles de mujeres y sus familias, que han vivido la desaparición, desplazamiento forzado, y la violencia sexual en sus múltiples manifestaciones. Con Violeta se trata de no pasar la página, es una invitación a prestar más atención de lo que ocurre con la realidad de miles de colombianas y colombianos que han vivido en carne propia la guerra, es una interpelación a la indiferencia y al miedo. Y finalmente es una inyección a la memoria y a la importancia de escuchar y de dar voz a las mujeres, puesto que si Violeta no hubiera persistido en la búsqueda de sus hijas este instante no hubiera existido.
Por: Laura Badillo Ramírez

Esta entrada originariamente fue publicada en : http://cortovioleta.wordpress.com/

1 comentario:

  1. Hola :Buen trabajo, esperamos que esto sea UN EJEMPLO PARA l@s que no han podido expresar su dolor y su impotencia, puedan hacerlo con el arte.
    ARTE, que informa, estremece y dá también ilusión.

    Enhorabuena!

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